¿Todo es Sacrificio? Una Revisión Bíblica del Término Zébaḥ y sus Implicaciones para la Teología Cristiana


¿Todo es Sacrificio? Una Revisión Bíblica del Término Zébaḥ y sus Implicaciones para la Teología Cristiana

Por Rod Vidal

Introducción

En el discurso teológico cristiano contemporáneo, es común encontrar el término "sacrificio" empleado de manera amplia e indiscriminada para referirse a una vasta gama de actos religiosos, desde la cruz de Cristo hasta las contribuciones financieras y el servicio desinteresado. Si bien esta generalización puede parecer inofensiva, una mirada más cercana a la terminología sacrificial en la Biblia hebrea revela una riqueza y especificidad que a menudo se pierde en la traducción y la interpretación teológica. Este artículo se propone examinar el término hebreo zébaḥ (זֶבַח), argumentando que su uso no es genérico para "todo sacrificio", sino que se refiere exclusiva y consistentemente a un tipo particular de ofrenda: la ofrenda de comunión que implica una comida celebrativa compartida entre el oferente, los sacerdotes y Dios. Al contrastar el zébaḥ con otras categorías sacrificiales como el ʿōlāh (עוֹלָה), el ḥaṭṭāʾṭ (חַטָּאת) y el ʾāšām (אָשָׁם), buscaremos corregir el uso teológico amplio del término "sacrificio" y mostrar cómo una comprensión precisa del zébaḥ puede iluminar la práctica cristiana, especialmente en relación con la Cena del Señor.


La Especificidad de Zébaḥ en la Biblia Hebrea

La Biblia hebrea presenta un complejo sistema de sacrificios, cada uno con su propio propósito, ritual y terminología específica. Es crucial reconocer que los autores bíblicos no usaban una palabra única para englobar todas las ofrendas. El término zébaḥ, a menudo traducido genéricamente como "sacrificio" en muchas versiones, posee un significado mucho más restringido y particular.

Jacob Milgrom, una autoridad preeminente en el estudio de los sacrificios levíticos, enfatiza repetidamente que el zébaḥ (conocido también como šĕlamîm, ofrenda de paz u ofrenda de comunión) es el único sacrificio que incluye una comida compartida.¹ Esta característica lo distingue fundamentalmente de otras ofrendas. A diferencia del holocausto, donde la totalidad del animal es consumida por el fuego en el altar para Dios, o las ofrendas por el pecado y la culpa, que tienen propósitos expiatorios y de restauración, el zébaḥ implica que una porción de la ofrenda se consume en el altar para Dios, otra porción para los sacerdotes y el resto para el oferente y su familia, quienes la comen en un contexto festivo.² Es una comida en la presencia de Dios, un acto de comunión y de gozo.

Gordon J. Wenham, en su comentario sobre Levítico, corrobora esta distinción, señalando que la "ofrenda de comunión (zebach shelamim) es una fiesta para el Señor en la que el oferente y su familia comen parte del animal sacrificado en la presencia de Dios".³ Este es un punto crítico: el zébaḥ es un ritual de participación y celebración, no primariamente de expiación. Implica la expresión de gratitud, el cumplimiento de votos o una ofrenda voluntaria en la que la relación de pacto se afirma y se disfruta.

La Encyclopaedia Judaica también subraya esta particularidad, explicando que las shelamim (ofrendas de paz) son "sacrificios comidos por el oferente y los sacerdotes en el área sagrada del Templo, a diferencia de otras ofrendas que eran enteramente quemadas o solo comidas por los sacerdotes".⁴ La ingesta de la carne sacrificial es el elemento definitorio del zébaḥ. No se trata de una eliminación del pecado o una compensación por la culpa, sino de una comunión gozosa con Dios y con la comunidad del pacto.


Contraste con Otros Rituales Sacrificiales

Para apreciar plenamente la especificidad del zébaḥ, es esencial contrastarlo con otras categorías sacrificiales prominentes en la Biblia hebrea:

El ʿŌlāh (Holocausto)

El ʿōlāh (עוֹלָה), comúnmente traducido como "holocausto" u "ofrenda quemada", es un tipo de ofrenda donde el animal completo es consumido por el fuego en el altar. Su propósito principal es la dedicación total a Dios y la aceptación del adorador⁵. No hay porción para el oferente o los sacerdotes; todo es para Dios. Por esta razón, el ʿōlāh nunca es llamado zébaḥ. Es una expresión de total sumisión y de aceptación de la ofrenda y del oferente, pero no una comida compartida.

El Ḥaṭṭāʾṭ (Ofrenda de Purificación por el Pecado)

El ḥaṭṭāʾṭ (חַטָּאת), la "ofrenda por el pecado" o, más precisamente, la "ofrenda de purificación", tiene como objetivo principal la purificación ritual de la impureza o el pecado involuntario.⁶ (Numeros 5:1-4). Aunque una porción de la carne podía ser comida por los sacerdotes en el recinto sagrado (cuando el pecado era de un laico), el oferente nunca participaba de la comida. El énfasis está en la remoción de la impureza que contaminaba el santuario, no en una comida de comunión. Por lo tanto, el ḥaṭṭāʾṭ tampoco es denominado zébaḥ.

El ʾĀšām (Ofrenda de Restauración de Culpa)

El ʾāšām (אָשָׁם), la "ofrenda de culpa" o "ofrenda de restauración", se ofrece para compensar un daño o una transgresión específica, o debido a la profanación de un elemento santo del Tabernáculo, a menudo implicando una restitución más un quinto.⁷ Al igual que el ḥaṭṭāʾṭ, la carne del ʾāšām era comida por los sacerdotes, pero no por el oferente. Su función es la reparación y la restitución, restaurando el equilibrio alterado por la transgresión, no una comunión festiva. Por ende, tampoco es clasificado como zébaḥ.

La distinción es clara: mientras que el ʿōlāh se centra en la aceptación del adorador y de la adoración, el ḥaṭṭāʾṭ se centra en la purificación y el ʾāšām se centra en la reparación y la restitución, el zébaḥ se enfoca en la comunión gozosa, la acción de gracias y la celebración de la relación de pacto a través de una comida compartida.


Implicaciones para la Teología Cristiana: La Cena del Señor como Recordatorio de Zébaḥ

El salto del Antiguo al Nuevo Testamento requiere una hermenéutica cuidadosa. Sin embargo, si buscamos un paralelo que resuene con la esencia del zébaḥ en la teología cristiana, no lo encontramos en la cruz como un acto de expiación (que se asemejaría más al ḥaṭṭāʾṭ), sino en la Cena del Señor que nos recuerda el cuerpo y la sangre del Nuevo Pacto.

La Cena del Señor no es, ni debe ser entendida, como una repetición del sacrificio de Cristo. La epístola a los Hebreos es enfática en que el sacrificio de Cristo en la cruz fue "una vez para siempre" (Hebreos 7:27; 9:26; 10:10).

Es fundamental señalar que, desde una perspectiva bíblica hebrea, el concepto de un "sacrificio de expiación" como un zébaḥ es en sí mismo un oxímoron. Como hemos demostrado, el zébaḥ es inherentemente una ofrenda de comunión, de gozo compartido y de afirmación de la relación. Su propósito nunca fue la remoción del pecado o la purificación de la impureza ritual; esas funciones recaían sobre ofrendas distintas como el ḥaṭṭāʾṭ o el ʾāšām, las cuales, crucialmente, no eran comidas por el oferente y, por lo tanto, no eran zébaḥ.

Esta distinción es vital para la teología cristiana. Cuando hablamos de la muerte de Cristo como el sacrificio definitivo por el pecado, estamos utilizando un lenguaje que se alinea más con la función del ḥaṭṭāʾṭ o el ʿōlāh en el Antiguo Testamento: una ofrenda que purifica, propicia y dedica totalmente, y que no implica una comida de comunión para los participantes en el acto mismo de la expiación. La confusión surge cuando se fusionan las distintas categorías sacrificiales bajo el paraguas genérico de "sacrificio", perdiendo la riqueza semántica y teológica que el hebreo nos ofrece.

Sin embargo, la Cena del Señor es fundamentalmente una comida de comunión y de pacto. Jesús instituyó este rito en el contexto de una cena pascual, un zébaḥ de comunión para el pueblo de Israel.⁸ Al decir "haced esto en memoria de mí" (Lucas 22:19), Pablo describe a la cena del Señor como una conmemoración participativa de su muerte y resurrección, que sella el nuevo pacto.

En la Cena del Señor, los creyentes participan simbólicamente del cuerpo y la sangre de Cristo, comiendo juntos en su presencia. Es una comida que recuerda el pacto, celebra la comunión con Dios y entre los creyentes, y anticipa el banquete celestial (Mateo 26:29; Apocalipsis 19:9). Al igual que el zébaḥ del Antiguo Testamento, es un momento de gozo, acción de gracias y afirmación de la relación con Dios. Es una participación en la paz y la vida que Cristo ha provisto.

Considerar la Cena del Señor bajo la luz del zébaḥ nos ayuda a corregir una comprensión distorsionada de la liturgia eucarística que a veces la ha convertido en un acto que "repite" o "vuelve a ofrecer" el sacrificio de Cristo. En cambio, se entiende como una comida de comunión, un banquete que nos recuerda el Nuevo Pacto que proclama la muerte del Señor hasta que venga (1 Corintios 11:26). Es el equivalente neotestamentario de la comida de comunión, donde los participantes se regocijan en la presencia de Dios y en los beneficios de Su obra redentora.


Corrección del Uso Teológico Indiscriminado de "Sacrificio"

La comprensión precisa del zébaḥ tiene profundas implicaciones para la teología cristiana. El uso indiscriminado de "sacrificio" para describir cualquier acto de devoción o auto-negación, si bien puede tener una intención piadosa, corre el riesgo de oscurecer la singularidad y la multiformidad de los actos sacrificiales bíblicos, así como la naturaleza de la obra de Cristo.

Cuando un pastor o teólogo habla de "nuestro sacrificio de alabanza" o "sacrificio de tiempo y talentos", es fundamental reconocer que estas expresiones son analógicas y metafóricas, no literales en el sentido bíblico del zébaḥ o el ḥaṭṭāʾṭ. La Biblia misma usa el lenguaje sacrificial de manera figurada (ej. Romanos 12:1; Hebreos 13:15-16), pero es la teología moderna la que a menudo ha diluido la distinción crucial entre los distintos tipos de ofrendas.

Una correcta comprensión de zébaḥ nos anima a:

  1. Valorar la comunión y la celebración: Nos recuerda que no toda la relación con Dios está marcada por el pecado y la expiación. Existe un espacio vital para la alegría, la gratitud y el disfrute de la presencia divina, tipificado por la comida compartida del zébaḥ.
  2. Clarificar la Cena del Señor: Ayuda a reafirmar que la Eucaristía es una comida celebrativa de comunión y pacto, una proclamación y disfrute de la obra consumada de Cristo, en lugar de una repetición o adición a un sacrificio expiatorio.
  3. Enriquecer el lenguaje teológico: Nos impulsa a ser más precisos en nuestra terminología, reconociendo la diversidad de "sacrificios" en la Biblia y sus propósitos únicos. Esto evita la "sacrificialización" de cada acto de fe, permitiendo una apreciación más profunda de la especificidad de la expiación de Cristo y la naturaleza de nuestra respuesta.
  4. Fomentar la acción de gracias: El zébaḥ a menudo se asociaba con todah (acción de gracias). Una correcta comprensión nos lleva a enfatizar la gratitud como una respuesta fundamental a la salvación.

Conclusión

El examen del término zébaḥ en la Biblia hebrea revela que no todo "sacrificio" es igual. Lejos de ser un término genérico, zébaḥ denota específicamente una ofrenda de comunión que culmina en una comida celebrativa compartida, un acto de gozo y afirmación del pacto. Contrastado con el ʿōlāh, el ḥaṭṭāʾṭ y el ʾāšām, que no implican comida ni celebración, la especificidad del zébaḥ es innegable.

Para la teología cristiana, esta distinción es vital. Si hay un acto que puede ser llamado zébaḥ en el Nuevo Testamento, es la Cena del Señor. No como una repetición expiatoria, sino como una comida de comunión y pacto que conmemora la muerte de Cristo y sella el nuevo pacto en su sangre. Al abrazar esta comprensión matizada, podemos corregir el uso teológico amplio e indiscriminado de la palabra "sacrificio", enriquecer nuestra apreciación de la Cena del Señor y profundizar nuestra relación con Dios, marcada tanto por la expiación definitiva de la cruz como por la comunión gozosa que de ella emana. La lección del zébaḥ es que la fe cristiana no solo se trata de expiación, sino también, y de manera central, de una comida compartida en la presencia de Dios.


Notas a Pie de Página

¹ Jacob Milgrom, Leviticus 1–16: A New Translation with Introduction and Commentary, Anchor Bible (New York: Doubleday, 1991), 200–201. ² Milgrom, Leviticus 1–16, 200. Ver también Levítico 7:15-18. ³ Gordon J. Wenham, The Book of Leviticus, New International Commentary on the Old Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1979), 56. ⁴ "Sacrifice," Encyclopaedia Judaica, 2nd ed. (Detroit: Macmillan Reference USA, 2007), 17:597. ⁵ Wenham, The Book of Leviticus, 51. ⁶ Milgrom, Leviticus 1–16, 253. ⁷ Wenham, The Book of Leviticus, 78. ⁸ Ver Éxodo 12; Lucas 22:7-20.

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