El Simbolismo del Día de la Expiación: Entendiendo la Obra de Cristo desde Levítico y Hebreos
El Simbolismo del Día de la Expiación: Entendiendo la Obra de Cristo desde Levítico y Hebreos
El Día de la Expiación, descrito en Levítico, es uno de los eventos más importantes en la adoración de Israel. Este día estaba marcado por rituales específicos que permitían la purificación del tabernáculo y el perdón de los pecados del pueblo. Sin embargo, cuando leemos el Nuevo Testamento, especialmente en Hebreos, encontramos que estos rituales eran un símbolo de algo mucho mayor: la obra de Cristo al entrar en el verdadero Lugar Santísimo celestial.
Este ensayo explica cómo el Día de la Expiación en Levítico simboliza lo que Cristo hace en el cielo. También abordaremos cómo la muerte de Cristo debe verse simbólicamente como la quema de los restos de los animales fuera del campamento, y no como la muerte del macho cabrío junto al altar. Finalmente, exploraremos lo que significa que Cristo ofreciera Su "sangre", no solo como un sacrificio físico, sino como el poder de Su vida eterna y victoriosa.
El Día de la Expiación en Levítico: Purificación del Tabernáculo
En Levítico 16, el Día de la Expiación se enfoca en la purificación del tabernáculo, no de las personas. El sumo sacerdote tomaba la sangre de un animal sacrificado y la rociaba en el Lugar Santísimo, donde se encontraba el arca del pacto. Esta sangre purificaba los objetos del tabernáculo, ya que se consideraba que los pecados del pueblo contaminaban el lugar santo. Así, la purificación del tabernáculo permitía que Dios siguiera habitando entre Su pueblo y otorgando el perdón.
Es importante notar que esta purificación era de los inmuebles del tabernáculo, no de las personas. Aunque el propósito final era el perdón de los pecados, el enfoque del ritual estaba en los objetos del santuario que representaban la presencia de Dios entre el pueblo.
La Entrada de Cristo al Verdadero Lugar Santísimo
En Hebreos 9 y 10, se nos explica que Cristo es el verdadero Sumo Sacerdote, pero Él no entra a un tabernáculo terrenal como los sacerdotes en el Día de la Expiación. En cambio, Cristo entra en el verdadero Lugar Santísimo en el cielo. Hebreos 9:24 nos dice que Cristo "entró en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios."
Esto es importante porque, así como el sumo sacerdote en el Día de la Expiación purificaba el tabernáculo terrenal con la sangre de animales, Cristo purifica el tabernáculo celestial con Su propia sangre, es decir, con el poder de Su vida resucitada. A través de Su entrada al cielo, Cristo ofrece una purificación definitiva que restaura la relación entre Dios y Su pueblo para siempre.
La Muerte de Cristo y la Quema de los Restos Fuera del Campamento
Hebreos 13:11-13 nos revela que la muerte de Cristo se compara con la quema de los restos de los animales fuera del campamento, y no con el sacrificio junto al altar de bronce. En el Día de la Expiación, los animales sacrificados eran llevados fuera del campamento y quemados allí para eliminar completamente la impureza.
De manera similar, Cristo murió fuera de las puertas de Jerusalén, fuera del "campamento." Esto simboliza que Cristo despreció el oprobio y la vergüenza para lograr un objetivo mayor: llevar a muchos hijos a la gloria, como se menciona en Hebreos 2:10: 'Porque convenía que aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, llevando muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.' También se hace eco en Hebreos 12:2, donde se dice que Jesús, 'por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Su muerte, al igual que la quema de los restos, era parte del proceso de expiación, pero no la expiación en sí misma. La expiación verdadera ocurre cuando Cristo, resucitado, entra al cielo y ofrece Su vida eterna ante Dios.
La Sangre de Cristo: El Poder de Su Vida Indestructible
Cuando Hebreos habla de la "sangre de Cristo", no se refiere simplemente al líquido que derramó en la cruz. La sangre, en este caso, simboliza el poder de Su vida indestructible. Hebreos 9:14 dice que Cristo "se ofreció a sí mismo mediante el Espíritu eterno". Esto significa que Su sacrificio no se limitó a su muerte, sino que incluyó Su resurrección y Su vida eterna.
El poder de la sangre de Cristo radica en Su vida resucitada, que es eterna y perfecta. Como se menciona en Hebreos 7:16, 'Cristo ha llegado a ser sumo sacerdote, no conforme a la ley de un mandamiento carnal, sino según el poder de una vida indestructible.' A través de esta vida indestructible, Cristo puede purificar los bienes que pertenecen al cielo mismo y asegurar la redención de los suyos de una vez por todas.
Conclusión
El Día de la Expiación en Levítico nos muestra un ritual de purificación del tabernáculo, donde el sumo sacerdote llevaba la sangre de animales al Lugar Santísimo para purificar los objetos sagrados. Este ritual simbolizaba algo mucho mayor: la obra de Cristo en el verdadero Lugar Santísimo celestial. Mientras los sacerdotes purificaban un tabernáculo terrenal, Cristo purifica el santuario celestial con el poder de Su vida eterna.
La muerte de Cristo no debe verse como el sacrificio del macho cabrío, sino como la quema de los restos fuera del campamento, que simboliza la eliminación del pecado. La verdadera expiación no ocurre en Su muerte, sino en Su entrada victoriosa al cielo después de la resurrección, donde ofrece Su vida indestructible para nuestra redención.
De esta manera, el simbolismo del Día de la Expiación encuentra su cumplimiento en Cristo, quien ofrece una purificación completa y eterna para el perdón de los pecados, no solo en la tierra, sino en los cielos mismos.
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